Carlos Hipólito vuelve a brillar en ‘Oceanía’, en la piel del desaparecido Gerardo Vera
Viajar a Oceanía debe ser, sin duda, uno de los viajes más exóticos y apetecibles para un viajero de casta. Pero les aseguro que el viaje a esta ‘Oceanía‘, la basada en el libro de memorias de Gerardo Vera y llevada a escena por el director José Luis Arellano y en la piel del inmenso Carlos Hipólito, es también uno de los mejores viajes que uno puede hacer.
La obra nos cuenta la infancia y juventud del exitoso y ausente escenógrafo y director Gerardo Vera, pero la verdad es que no importa la vida de quién nos cuenta. Nos cuenta la vida de cualquier niño, de cualquier adulto, de cualquier hijo, sobrino, nieto, homosexual, hermano…, en un entorno familiar específico, singular y en una vida como podría ser la de cualquier otro Gerardito en similares circunstancias.
El gran mérito de esta obra y de cómo te atrapa no es el texto, ya que dramáticamente no es superlativo ni mucho menos, pero sí la historia y, sobre todo, cómo han sido capaces de ponerla en pie Arellano e Hipólito.
En un escenario minimalista, con unas mínimas proyecciones colgadas del cielo, sin tocar el suelo y un único actor vestido de negro, nos llevan por el imaginario y el corazón a estar dentro de la vida de esa familia de principio a fin.
Nos hacen viajar desde una infancia que recuerda a la del protagonista niño de la gran película ‘Cinema Paradiso’, hasta los primeros encuentros sexuales, pasando por casas señoriales con tres criadas, militares fascistas, padre prepotente y ausente y un sinfín de peculiaridades más con la única ayuda de la maestría de Carlos Hipólito y el buen tino del director.
Escenas como el monólogo del padre en el sanatorio, la despedida de Gerardo en la estación de trenes, o la cena familiar en torno al cumpleaños de una de las rocambolescas tías, son especialmente grandiosas, porque no sabes cómo, pero ves a todos los ausentes con la misma realidad que al omnipresente Carlos Hipólito.
Carlos, el gran Hipólito, te traslada con un cambio de tono en la voz, con una mirada turbia, inesperada, repentina a público, con un simple gesto de manos haciendo salir de su boca una nube de polvo, con un simplísimo gesto de dedos retirándose del imaginario vestido ciertas motas te polvo…
Él es todo.
Y como el mismo Carlos dice: “Mi maestro William Layton me enseñó que hay que hacer las cosas más difíciles pareciendo que apenas haces nada”. Y eso es lo que hace siempre Carlos Hipólito, que parezca que no hace nada, cuando en realidad está dando una lección de interpretación.
Detrás de casi toda vida hay una historia digna de conocerse, detrás de una gran vida hay siempre una gran historia. Oceanía lo es, por la forma más que por el fondo, que también.
Oceanía:
Hasta el 24 de abril en Las Naves del Teatro Español, en Matadero (Paseo de la Chopera, 14)
Texto Gerardo Vera.
Intérprete único Carlos Hipólito.
Dirección José Luis Arellano.
Ayudantía de dirección y dramaturgia José Luis Collado.
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Imagen que acompaña a esta recomendación: José Alberto Puertas