Iván Palomares, el mago de la música de Las niñas de cristal

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Nuestro invitado, Iván Palomares, es el compositor de partituras llenas de sensibilidad y fuerza como la película En las Estrellas, las series La Cocinera de Castamar y La Templanza, el largometraje La Desgracia de Ron Hopper o el controvertido largometraje documental Palabras para un Fin del Mundo. Palomares nos hablará sobre su última creación, la banda sonora original de la película La niñas de cristal de Jota Linares y conoceremos cómo se crea ese universo cristalino, ese mundo sonoro único e inseparable de Las niñas de cristal.

Roxana Esteve: Después de estudiar una carrera tan sacrificada como es la composición musical, ¿Cómo se puede decir, ahora quiero ser actor?

Iván Palomares: Realmente fue al revés. Yo en un principio no quería ser músico, no es que no quisiera, es que lo veía imposible y tampoco me llamaba. Mis padres no son músicos profesionales, a mi madre le gustaba mucho cantar y mi padre tocaba el piano y el órgano en su pueblo natal, pero no nos dedicábamos a la música y no había nadie de mi familia que se dedicara a la música por lo tanto, no teníamos referencias sobre lo que era vivir o tener una profesión musical. Pero sí que son increíbles melómanos y desde pequeño había mucha música en casa, desde música clásica, sobre todo francesa por mi madre que ha sido profesora catedrática de francés toda la vida y había mucha cultura francesa, clásica y de la música que se escuchaba en aquellos años. En casa había un piano que mi padre me empezó a enseñar a tocar sin mayor interés que, ¡A ver por dónde sale! Desde el principio detectaron que tenía muy buen oído y que reconocía muchas músicas y me interesaba mucho la música y entonces mi padre me hizo un trabajo de apreciación musical donde me enseñaba a identificar en las sinfonías y en las músicas los temas principales y el desarrollo. Luego, poco a poco lo mismo, con las películas, en particular con las músicas de John Williams o Ennio Morricone a identificar cómo eran los temas… Me fascinó desde un principio todo lo que es el cine en sí. He sido un amante del cine, de las salas de cine, y de toda la experiencia cinemática.

Intenté meterme en el conservatorio, pero desde principio rechacé la pedagogía, porque ni sabía cómo presentarme para el examen, ni sabía qué tenía que hacer… y mis padres no insistieron, porque vieron que no me gustó aquello y yo seguí tocando el piano con extraescolares o por mi cuenta sin ningún tipo de enfoque pedagógico al uso de los conservatorios de aquella época que eran bastantes rígidos, a mi parecer.

Roxana Esteve: ¿Y tu inquietud como actor?

Iván Palomares: Empecé a desarrollar una inquietud artística más sobre los escenarios, en el sentido de que me fascinaban los actores en un escenario, en el cine y desde los 7 años yo quería ser intérprete, o director de cine, o algo relacionado con cine, pero no relacionado con la música. Y entonces, cuando acabé el instituto, me puse a estudiar arte dramático y estuve unos años ejerciendo de actor, pero enseguida me di cuenta de mis limitaciones; para ser actor hace falta tener una serie de características, no solo declamatorias sino también personales para sobrevivir en el mundo de la actuación, que es un mundo extremadamente difícil. Siempre he sido bastante reservado, y aunque el arte dramático me ayudó muchísimo a salir un poco de mi introspección, siempre he sido una persona bastante tímida y metida en mi propio mundo. Y un día me di cuenta, como cuando uno se da cuenta de que está enamorado de la persona que ha estado a tu lado y que no las has hecho ni caso y que puede ser como tu mejor amiga.

Roxana Esteve: ¡Qué hermosa metáfora!

Iván Palomares: Me di cuenta de que la música estaba ahí llamando y nunca la había escuchado, porque nunca había dejado de ser músico aficionado autodidacta. Me di cuenta de ese flechazo automático y espectacular ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Intenté recuperar todo el tiempo perdido donde no había tenido una enseñanza rígida de conservatorio pero sí había tenido una especie de desarrollo personal más ligado a la improvisación y a la intuición.

Volvía de las salas de cine y tocaba en el piano lo que había escuchado y componía desarrollos o continuaciones de esas músicas que yo había escuchado. Y un día me compré un sintetizador y empecé a componer. Me pidieron para hacer un cortometraje y aquello fue como una revelación; había muchísimo más camino para mí por recorrer que en la actuación y, sobre todo, que podía llegar mucho más lejos a nivel prospectivo y a nivel de de búsqueda.

¡Me puse a estudiar como un animal! Compaginando trabajos y vida personal para recuperar todo ese tiempo que no había tenido y fui adelantando todos los cursos del conservatorio que pude hasta que entré el Conservatorio Superior en composición, y probé a entrar en las pruebas de dirección y ya resultó muy evidente que no podía compaginar una vida de actor y una profesión normal y corriente con la del músico, y tomé la decisión de dedicarme completamente a la música.

Roxana Esteve: ¿Qué es lo positivo has sacado de la actuación?

Iván Palomares: La actuación me ha servido muchísimo, sobre todo para dirigir y para estar en el escenario.

Roxana Esteve: Los compositores sois genios como los diseñadores de luz, que creáis de la nada algo que no se puede tocar pero te hace sentir… ¡Sois magos! Iván, ¿Cómo es crear Las niñas de cristal? ¿Nos puedes meter en tu cabeza y en ese ingenio y proceso?

Iván Palomares: A veces te llega el guión antes y tienes tiempo para proponer que la música tenga un cierto peso en la historia, en función de lo que tu entiendes y que te está diciendo un guión literario y ahí, entra mucho la conversación que puedas tener tú con el director para ver realmente qué historia quiere contar. Tú puedes hacer una comedia romántica, pero aunque todo el proceso de esa comedia romántica ponga en escena a unos actores y una dramaturgia como muy sobreactuada y todo muy “happy”, a lo mejor lo que tú quieres realmente es hablar de otra cosa; de nostalgia, de tiempos pasados que a lo mejor no es tan evidente en ese guión literario, y el director o la directora quiere llevarlo por otro lado y ahí la música puede ayudar a llevar esa historia y dar una capa extra para que no se limite solo a ambientar la música o a seguir estrictamente el guión literario. Y en Las niñas de cristal pasó exactamente eso; yo recibí el guión, hice unas pruebas para que Jota Linares y el director supieran que yo era el compositor con quien querían trabajar. Y a mí me paso una cosa con el guión que fue un flechazo; conectó con cosas muy personales mías, sobre todo con el papel que hace Aurora, que es un personaje que hace Paula Losada y conectó con esa época mía de Arte Dramático. Para mí hay paralelismos por ejemplo con Zoo de cristal, la obra de teatro, y tiene mucho que ver con esa fragilidad, con esos cuerpos a punto de romperse y con todo lo que rodea, con esa soledad en la búsqueda, en el arte y en el desarrollo personal de estas niñas que son adolescentes y que están llevando al límite sus cuerpos por un ideal artístico, y eso me recordó muchísimo a cuando estaba yo estaba en la Escuela de Arte Dramático. Fue una conexión orgánica muy profunda y, tras hablar con Jota, me di cuenta de que él escribía teniendo en cuenta esas conexiones, que no era un guión que además había escrito con Jorge Naranjo (que también es actor), veía que veníamos todos de la misma profesión y todos sacábamos esa parte de energía y de inspiración en base al mismo tipo de experiencias. Eso conectó totalmente conmigo y tuve la sensación de que la música de las niñas tenía que llegar a un nivel de comunicación y de códigos musicales que no eran los más habituales en una banda sonora. Tenía que trabajar mucho más de una manera psicológica teniendo en cuenta también la parte que tenía tan importante musicalmente en primer plano, al tratarse de una película casi musical; había un ballet que influye en la psicología de los personajes y había piezas de ballet originales que hemos creado y toda la música, evidentemente, se articula por medio del cuerpo y de la interpretación, pero al mismo tiempo te tenía que llevar a un punto muy oscuro, como dijo Jota linares, a llegar a las puertas del generó del horror.

Roxana Esteve: Todo lo que he escuchado tuyo me fascina, La templanza, La cocinera de Castamar… En las niñas desde el minuto uno, en la primera escena ya sabes que lo que vas a ver es dramático, trágico, pero también es bello. La escena cuando ella se lanza al vacío… No sé si puedo decirlo, ¿sería un spoiler?

Iván Palomares: ¡Muchas gracias! Yo creo que no es un spoiler porque es justo al principio y de hecho, Jota linares lo dice y está en la sinopsis. Yo creo que precisamente ese principio, ese suicidio se puede llamar suicidio o se puede llamar sacrificio; tiene mucho que ver ese planteamiento inicial. La lectura de la película tiene mucho de cuál es el juicio que tú le das a ese acto ¿Es un sacrificio en el arte? ¿Es una sublimación de a dónde te puede llevar el arte, que te puede llevar a la elevación y al mismo tiempo a la caída más estrepitosa? Hasta dónde somos capaces de entregarnos en una profesión, con la parte positiva y también con las sombras que tiene. Ese planteamiento y ese punto de arranque me parece brillante por parte de Jota y de Jorge Naranjo, porque define lo que ocurre, (evidentemente, de una manera muy cinemática y muy vistosa) dentro de la psique del artista. 

Roxana Esteve: La composición de las niñas es quizá, ¿la más especial?

Iván Palomares: Pues precisamente por cómo ha conectado conmigo, más que especial, la más personal. Mi planteamiento a la hora de hacer música para cine… Tú que eres actriz me vas a entender de esta manera: El trabajo que hacemos en la Escuela de Arte Dramático es mucho de análisis dramatúrgico y, sobre todo, del subtexto ¿Por qué tiene que haber un actor en escena? Y ¿Cuál es su acción? ¿Qué es lo que se está jugando? Dos actores o actrices pueden estar hablando de algo, pero la razón real es elíptica o hay un subtexto que provoca esa acción en los personajes o provoca que esa escena tenga lugar. Yo con la música intento justificarlo de la misma manera, ¿Por qué necesito música en esta escena? Hay músicas que se necesitan para describir, para narrar o como otras veces, que lo utilizo desde el punto de vista del dramaturgo, ¿Qué es lo que quieres conseguir con esta música? Y, ¿Cuál es la historia que realmente quieres contar?

Roxana Esteve: ¡Entiendes perfectamente el trabajo y la idea del guionista o dramaturgo!

Iván Palomares: Con la música yo intento ver ese punto de vista ¿Esta escena es cómica? Pero realmente, ¿De qué va esta escena? ¿Es cómica de verdad o estamos hablando de otra cosa? Eso es algo que también pasaba en la película de las estrellas, una fábula totalmente naif con un padre y un niño que no quiere crecer, pero la película es mucho más amarga y el tono de la música te va llevando por ese lado mucho más melancólico y un sitio distinto del guión literario, es muy interesante trabajar así, cuando la historia te lo permite. Y en este caso, con Las niñas de cristal, había muchas cosas que trabajar pero esa especie de búsqueda tan personal me tocó en mi propio proceso, me vi reflejado y pude al mismo tiempo sentirme partícipe con la música y casi como un personaje más, y al mismo tiempo seguí teniendo esa distancia como bien dices, como si fuera un dramaturgo musical, desde fuera. Pude ver lo mejor de ambos mundos; por un lado el observador y el que analiza, y al mismo tiempo vivirlo de manera más orgánica ¡Uno no siempre tiene esa suerte! Esta película precisamente necesitaba esa introspección y, para mí, esa implicación personal que es muy difícil, porque como bien sabes, igual que en el mundo de los actores, tienes que partir de cosas reales tuyas para que esto suene orgánico, para que las asociaciones que hagas generen una verdad en el sentido musical y en la verdad que transmiten esas actrices.

Roxana Esteve: ¿Cuándo compones? Vale decir todo….

Iván Palomares: (se ríe) Yo creo en los momento más estresantes. A veces he tenido mucho tiempo y no sale nada, divago muchísimo. Pruebo muchas cosas y parece que todo lo que estoy haciendo no me sirve de nada y, sin embargo, cuando el tiempo apremie y no tienes más remedio que trabajar y sacar el material adelante y no tienes tantas voces criticándote mientras compones, a veces…, salen los trabajos más interesantes en ese proceso casi, casi de catarsis. 

Roxana Esteve: ¿Cuál es la hora? ¿Dónde apuntas lo que creas? O algo más sencillo, para que la gente que no sabe música lo entienda ¿Cómo creas cuando te llega la inspiración?

Iván Palomares: En general, cuando más lúcido estoy es muy pronto, a lo mejor a las seis de la mañana, cuando está el mundo en silencio. Es “a veces”, cuando más claro tengo lo que quiero componer a pesar del cansancio. Muchas veces vienen las mejores ideas ahí, pero también me ha pasado alguna vez de llevar buscando un tema principal un mes y de repente quedar con alguien para tomarme unas cervezas y justo antes de llegar al bar, ¡de repente! tener el tema en la cabeza. Una vez compuse el tema principal en un papel de Los cien montaditos, que tienen unas rayas que parece un pentagrama, me escondí en un banco y en lugar de poner lo que quería comer me puse a escribir en el pentagrama improvisado y llegué media hora tarde, aunque estaba a dos metros de donde tenía que estar. Ahora lo que hago es que llevo una grabadora donde lo grabo cuando me llega la inspiración, luego la escucho y o bien la transcribo o la tiro, ¡y a otra cosa!

Son esos dos extremos: o a las cinco de la mañana, o salir a despejarte y, de repente, te llega esa solución donde menos te lo esperas.

Roxana Esteve: A esos críos o no tan críos que quieren dedicarse a la sacrificada carrera de la composición musical, ¿qué consejo les darías?

Iván Palomares: Que realmente escuchen a su vocación, porque como dice mi profesora que tuve de composición Teresa Catalán, “En esta profesión no hay que buscar el éxito, porque el éxito te lleva a las puertas del infierno”, básicamente. Hay que escuchar la vocación, por qué quieres componer una música pero siempre esa voluntad de componer, escribir o de hacer arte, es a lo que uno tiene que atender, porque cuando uno se agarra a esa vocación todo lo demás…, Habrá momentos buenos, malos, momentos de mucha más paciencia y otros en los que parecerá que las cosas van más rápidas, pero lo único real e inamovible es lo que uno siente por dentro y esa necesidad y esa pulsión por hacer algo, por escribir, actuar, por bailar… Y eso nunca se tiene que dejar de escuchar. Porque cuando vienen los peores momentos, esos momentos tan difíciles…,  eso es lo que viene al rescate, esa llamada y esa necesidad de que no tienes otro remedio; es una necesidad vital donde hay que agarrarse como a un clavo ardiente.

Roxana Esteve: ¡Bravo maestro, muchas gracias!

Iván Palomares: ¡Ha sido un placer!


Fotógrafa: Natalia García Gutiérrez

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Cantante lírica, actriz, dramaturga y RRPP de teatro. Debuté a los 14 años en Zarzuela, siendo la tiple cómica más joven de España, realizando mi carrera lírica con las principales compañías del país. Pasé al teatro clásico, perteneciendo durante quince años a la Cía. Titular del Teatro Español a las órdenes de Gustavo Pérez Puig y Mara Recatero. Comencé en el mundo de la dramaturgia con las obras “Aventuras en el jurásico”, “Los alumnos de Merlín” y “Vecinas”, Actualmente acabo de terminar mi primera novela “Dos mujeres sí pueden ser amigas”.

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