200 años del estudio de la piedra de Rosetta: la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios

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Hoy, 27 de septiembre de 2022, se cumplen 200 años del importante anuncio del francés Jean-François Champollion comunicando, en 1822, que la piedra de Rosetta, hallada dos décadas antes, resultó ser el elemento clave para descifrar los jeroglíficos egipcios.

Me imagino que hasta este descubrimiento, quien visitaba Egipto y desconocía su escritura y, por lo tanto, su historia, se encontraban ante una sucesión de dibujos y signos grabados sin sentido alguno, sin la apasionante historia que dejaron a cada paso, en cada monumento.

Revelaremos la fascinante historia, los orígenes y el misterio de esta enigmática roca tallada.

La piedra de Rosetta:

El gran monumento de piedra es un fragmento que formó parte de una antigua estela egipcia (tipo de monumento público) de granodiorita, con una altura de poco menos de 112 centímetros, un peso de 762 kilos e inscrita en Menfis, en el año 196 a.C., con un decreto publicado por parte de sacerdotes en alabanza de la coronación del faraón Ptolomeo V. El monumento a su vez, honraba al joven rey al asociar su nuevo culto con los de sus antepasados ptolemaicos (la dinastía de los sucesivos reyes de Ptolomeo). Los decretos y las noticias se publicaban en lugares públicos a través de esculturas o monumentos similares.

En la cara pulimentada de la piedra Rosetta aparecen tres tipos de escritura usadas por la población egipcia: la parte superior está compuesta por 14 líneas formada por jeroglíficos egipcios; la parte central consta de 32 líneas escritas en demótico (escritura e idioma egipcio que surgió en la última etapa del Antiguo Egipto); y la parte inferior la forman 54 líneas en griego (lengua hablada y escrita en el Antiguo Egipto desde la época helenística).

Solo los sacerdotes usaban con regularidad la escritura jeroglífica, mientras que la escritura demótica era común en la vida cotidiana y la administración civil. Asimismo, el griego antiguo era el idioma de la corte real y, por lo tanto, apto para un decreto real.

Es probable que la estela a la que pertenecía este fragmento se hubiera insertado dentro de un templo donde sacerdotes y adoradores adinerados podían apreciar la divinidad de su nuevo rey y que permaneció exhibida en él durante muchos años.

Tras la derrota de Cleopatra y Marco Antonio, Egipto quedó bajo el dominio romano, quedando sujeto a la cristianización de Roma en el siglo IV. 

En el año 392, el emperador Teodosio I el Grande promulgó el edicto de Constantinopla con el que prohibió totalmente el paganismo e impuso el cristianismo: decretó el cierre de todos los espacios de culto no cristianos y así, los templos fueron clausurados o destruidos.

La piedra fue uno de los materiales reutilizados para construir las paredes de un fuerte militar mameluco en el río Nilo cercano a la ciudad conocida como Rashid (Rosetta).

La piedra permaneció oculta en las paredes del fuerte durante más de 300 años.

Descubrimiento de la piedra de Rosetta:

En 1798, Napoleón Bonaparte, deseoso de un imperio francés económica y políticamente dominante, lideró una campaña militar en Egipto y Siria basada en excursiones militares que encendieron el interés por las antigüedades egipcias entre los europeos.

El 15 de julio de 1799, un destacamento de las tropas napoleónicas bajo las órdenes del oficial Pierre-François Bouchard desenterraba la antigua fortaleza egipcia, denominada por los franceses Fort Julien, cuando, casualmente, la gran losa de roca fue descubierta dentro de una pared de tierra.

Las tropas de Napoleón saquearon los tesoros culturales de Egipto y el Próximo Oriente, enviando todos los bienes descubiertos a los museos de París. Sabían que este hallazgo en particular era especial y, tras un examen experto, se identificaron los tres idiomas inscritos. Se tomaron moldes de piedra y se enviaron a los eruditos para que los examinaran. El conocimiento de los jeroglíficos se había perdido con la caída de Roma, por lo que el rompecabezas del texto presentaba un desafío para los expertos traductores y lingüistas europeos.

Tras la derrota británica de Napoleón, las antigüedades recopiladas de las expediciones pasaron a manos de los ingleses, incluida la Piedra de Rosetta que fue sometida a labores de mantenimiento por el conservador Nic Lee. En 1802, se instaló en la Galería de escultura egipcia del Museo Británico de Londres donde permanece expuesta hasta el día de hoy. Sin embargo, el misterioso texto ya se había extendido por Europa, y en el nuevo campo de la egiptología comenzó a desarrollarse un revuelo en torno a los misteriosos crípticos mensajes grabados.

¿Cómo se consiguió decodificar la piedra?

Desde la Edad Media, gracias a la transmisión de los textos clásicos griegos, muchos eran los expertos europeos que tenían conocimiento del griego antiguo, por lo que la traducción de esta sección de la piedra sirvió como guía para los otros dos idiomas.

Hacia 1814, el físico y matemático británico Thomas Young descubrió la similitud entre la escritura jeroglífica y la demótica, y que la escritura jeroglífica era mixta (fonética y logográfica).

Young, con ayuda del texto en griego antiguo presente en la piedra, se percató de que los signos grabados de los cartuchos de los jeroglíficos parecían corresponder con nombres de los faraones escritos en griego y, además, resultaron ser grafías fonéticas. De esta manera, identificó el valor fonético de los nombres propios de los cartuchos egipcios.

Pero Young abandonó el proyecto y fue el francés Jean-Francois Champollion a quien se le atribuye  el desciframiento pleno de los jeroglíficos.

Champollion y la importancia del faraón Ptolomeo:

Basándose en los primeros descubrimientos del inglés pensó, “¡Esto promete!”. Champollion pasó meses repasando jeroglíficos; se sirvió de textos antiguos y otras inscripciones, más la ayuda de la lectura copta (lengua egipcia posterior).

¿Por dónde empezó? ¿Cuál fue la palabra que le dio la pista? Gracias a la palabra en griego Ptolemaios (Ptolomeo), el primer faraón griego de Egipto, el nombre en jeroglífico pudo ser identificado. ¡Ojo! que fue su predecesor Young el que, en 1814, encontró en la piedra de Rosetta varias referencias a Ptolomeo. Y Champollion tiró del hilo desde ahí.

Los símbolos y sonidos en los cartuchos egipcios contenían grafías fonéticas. El análisis de los signos de otros nombres entre cartuchos permitió a Champollion crear un “alfabeto” de los jeroglíficos egipcios con sus equivalencias en demótico y griego.

Posteriormente, estableció equivalencias entre los tres sistemas de escritura y al descubrir el significado literal de cada palabra, aplicó el mismo sistema a todo el texto jeroglífico. Poco a poco, la escritura jeroglífica comenzó a formarse ante sus ojos… ¡Las tres inscripciones decían lo mismo!

Desde entonces, el mundo entero pudo conocer la gran historia de un fascinante país.

Datos curiosos:

Póstumamente, se publicó el estudio de Champollion sobre la Gramática egipcia y un Diccionario egipcio de escritura jeroglífica.

Si estás cerca de París o piensas viaja allí… Acércate al impresionante Cementerio Pere Lachaise hasta la tumba del obelisco de Jean François Champollion, con una interesante historia, pero ésa… ¡Ya es otra historia! El egiptólogo que abrió las puertas de un nuevo mundo, bien merece una visita.

A día de hoy, la famosa estela y base del conocimiento moderno de los jeroglíficos del Antiguo Egipto, es la pieza más visitada del Museo Británico de Londres.

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Cantante lírica, actriz, dramaturga y RRPP de teatro. Debuté a los 14 años en Zarzuela, siendo la tiple cómica más joven de España, realizando mi carrera lírica con las principales compañías del país. Pasé al teatro clásico, perteneciendo durante quince años a la Cía. Titular del Teatro Español a las órdenes de Gustavo Pérez Puig y Mara Recatero. Comencé en el mundo de la dramaturgia con las obras “Aventuras en el jurásico”, “Los alumnos de Merlín” y “Vecinas”, Actualmente acabo de terminar mi primera novela “Dos mujeres sí pueden ser amigas”.

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